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Robar libros no es (sólo) robar

Son muchas las enumeraciones de los pequeños placeres aniquilados por el auge de los libros electrónicos y las librerías online, pero en semejantes listados siempre falta el que debería considerarse el décimo arte, el delito más exquisitamente hermoso e intelectual: el robo de libros.

Robar libros no es (sólo) robar

Lo primero es lo primero: robar –o, más propiamente, hurtar– está mal. Se trata de una infracción penal y de una transgresión contra la propiedad reprochada socialmente. Pero, ante todo, debe distinguirse el vulgar ratero del mangante de libros, igual que se distingue del que roba para comer. El ladrón de libros también roba para alimentarse, al menos intelectualmente, y casi siempre por necesidad, pues el afanador suele ser joven o poco adinerado (en general o en proporción al volumen de libros que desearía leer).

Roba libros

María Jesús Espinosa de los Monteros diferencia dos tipos de hurtos literarios: el azaroso y el ilustrado. El primero no discrimina, roba por robar, como cualquier chorizo de tres al cuarto; el segundo ya es otro asunto. Liesel Meminger, la joven protagonista de La ladrona de libros, salvaba con su pecado las obras de la quema por los nazis. Como pregunta la periodista, ¿quién no se la jugaría por las obras completas de Onetti o Joyce? Además, tal y como acertaba en señalar Roberto Bolaño, ladrón confeso, “lo mejor de robar libros es que uno puede examinar con detenimiento su contenido antes de perpetrar el delito”.

Chuck Palahniuk, autor de El Club de la Lucha, también confesó haber sustraído libros y animaba a sus lectores a hacer lo mismo con su obra, aunque probablemente no alcanzó el nivel de Duncan Jevons, el inglés que en 1995 fue encarcelado por el robo de 52.000 obras. Lo que todo ‘Robin Book’ que se precie debe tener en cuenta es el pentálogo del bibliocleptómano, la ley no escrita seguida desde el siglo XX:

1.       Nunca sustraigas un libro de una librería nueva hasta pasados doce meses (el llamado “año de gracia”). Si es posible, elige un gran establecimiento antes que una librería pequeña o una biblioteca pública.

2.       Nunca robes un libro gratuito.

3.       Nunca presumas de tus actividades hasta pasados diez años ni te burles del librero.

4.       Nunca robes por encargo.

5.       Nunca sustraigas un libro sin haber acabado primero el anterior.

Y, ante todo, la norma de oro de quienes carecen de dinero para sufragar sus inquietudes literarias:

Compra libros siempre que puedas.

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