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¿A quién no le gusta el día del libro? A mí me encanta pero, ¿sabéis qué es lo mejor? Que esa semana de abril en Callao hay una gran exposición de libros; libros antiguos o que quizá no se vendieron en su momento, pero que no tienen por qué ser malos y que puedes comprar a un precio de lo más económico. Yo este último año me compré uno llamado Vapor, de Lea Tobery, en cuya portada sale el lado derecho de la cara de una chica pelirroja, de tez pálida y cubierta de pequeñas gotas de condensación.

Es una historia un tanto peculiar: Helena, nuestra protagonista, fue la única superviviente de un accidente de avión en el que sus padres y el resto de viajeros murieron. Desde aquel suceso, Helena a menudo se siente vapor; es decir, su estado de ánimo sufre muchos altibajos. Podemos pensar que está loca, y en cierto modo lo está, pero solo leyendo el libro lograrás comprenderla mejor. Además, desde el accidente quedó vinculada a un secreto sobre el que el lector irá recibiendo información progresivamente mientras la intriga aumenta hasta saber exactamente de qué se trata. ¿Conseguirá Helena librarse de sus demonios y volver a ser la que era?

He de admitir que al principio el libro no me enganchaba del todo, quizá por su carácter un tanto chocante o porque la verdad se desvelaba muy poco a poco, pero luego sí empecé a sentir verdaderas ganas de acabar descubriendo cuál sería el desenlace de todo aquello. No es una novela demasiado densa o con mucha materia, pero ni mucho menos se me ha llegado a quedar corta debido a la intensidad de los temas que trata. El libro es ameno, sencillo de leer y con un léxico rico, pero puede que me hayan faltado más diálogos y más fluidez y cercanía en ellos para llegar a congeniar mejor con los personajes. Sin embargo, cuenta con el toque picante de algunas descripciones insinuantes de la desnudez femenina o que rozan el terreno sexual.

En cuanto al aspecto más íntimo, creo que muchos de nosotros, yo la primera, podemos empatizar con Helena cuando le ocurren esos cambios de humor tan bruscos. Yo también he tenido días de esos en que me he levantado especialmente triste, contenta o cabreada sin razón aparente, y también me ha cambiado el estado de ánimo radicalmente en un segundo por una simple tontería. No podemos comprender lo que sentirá alguien que pasa por una situación tan traumática y que pierde a sus padres de un momento a otro de esa forma tan horrible —y tengo que añadir que es mérito de la autora haberse lanzado a representar lo que puede llegar a pasar por la cabeza de esa persona—, pero sí parece ser que todos estamos un poco locos. Por supuesto, también me he sentido identificada con lo mucho que le gusta leer a la protagonista y lo a gusto que se siente en una librería.

En resumen, ha sido un libro entretenido a la vez que interesante e intenso. Me he encontrado sin poder dejar de leer, se me han abierto los ojos de par en par ante ciertas escenas, he conseguido comprender a Helena y también he llegado a sentir esa… pena y ese afán protector que todos los personajes demuestran hacia ella y he deseado que acabara superando eso que no la deja avanzar. No contaré el final del libro, solo diré que ahora que acabo de terminarlo me siento bastante satisfecha, pero que nadie dé por hecho que eso significa que acaba bien, o sí…

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guillermo