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Ya hemos comentado otras veces que un libro es un objeto de arte en sí mismo, pero si además se le añaden las ilustraciones de un gran pintor… Entonces ya es una obra maestra.

Las litografías de Delacroix para el Fausto de Goethe

Ya hemos comentado otras veces que un libro es un objeto de arte en sí mismo, pero si además se le añaden las ilustraciones de un gran pintor… Entonces ya es una obra maestra. Manet se dejó inspirar por El Cuervo de Edgar Allan Poe (que también inspiró al maravilloso dibujante Gustave Doré); a Picasso le pasó con Lisístrata y a Matisse con Las flores del mal. Por lo tanto, no es de sorprender que Delacroix, el maestro del Romanticismo francés, se dejara llevar por una de las obras más emblemáticas del precursor del Romanticismo alemán, Johann Wolfgang von Goethe.

Las ilustraciones de Delacroix se incluyeron en una edición traducida al francés de 1828 y las diecisiete litografías que conformaron la obra conquistaron por completo al escritor alemán, que en su momento declaró que “Delacroix ha sobrepasado mi propia visión”. La crítica francesa no fue tan favorable con la obra de Goethe, que tildó de escandalosas algunas de las escenas de la obra.

Delacroix fue un abierto admirador de Goethe, y más concretamente de Fausto, al que le dedicó estas preciosas ilustraciones que harán las delicias tanto de los lectores del escritor alemán como de los amantes del arte.

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guillermo